miércoles, 28 de octubre de 2009

Caos

Una caótica maraña de enturbiados pensamientos ensucia el reflejo del azul cielo de mi mente. En alledes, la calma. Una profunda e inhóspita calma. Quizás demasiado. Mis ideas, cual violín desafinado. Unas, en contraposición con las otras, se golpean y ensordecen mi vista, y ciegan mi oído. Las segundas, las bloquean con golpes frustración. Incapaz de ordenarlas. ¿Condenado, quizás, a la eterna confusión? Quien sabe. Lo único claro es que no tengo nada claro. Paradójico, ¿verdad? ¿Ante tanta confusión, no sería mejor terminar tajantemente? Quizás la gélida mano de la putrefacción sea la salida más fácil. A lo mejor así dejaría de sentir este profundo dolor que enturbia mis sentidos, atenaza mi razón y revuelve, en un caos eterno, mi hasta ahora ordenada maraña de ideas. Sí. Es la vía más rápida y fácil. Sin embargo, ¿qué sería entonces de los sentimientos que una vez sentí? ¿Qué sería del amor que ahora está enterrado como el hacha de guerra en tiempos de paz? ¿Qué sería de aquellos a los que quise y quiero? Si he de ser pasto de gusanos sin remedio alguno, quizás sería mejor sentir, como ultimátum, una brizna de esperanza, de amor, de... ¿felicidad? ¿Por qué no? Si una vez lo sentí, ¿qué me impide volver a sentirlo? ¿Tan profunda es la herida que deja la filantropía? No, lo dudo. Mas ahora no es el momento. No me siento todavía con fuerzas para volver. Seguiré con el amor enterrado hasta que germine y florezca, reencarnado en un hermoso rosal.

Kratos

lunes, 15 de junio de 2009

Hijos de la Luna

Ya que la señorita Zero está tan vaga que no puede actualizar, colgaré una historia que escribí hace un tiempecillo.

La luna se alza ante nostros, como cada noche. Y en los precipicios le dedicamos nuestros cantos. A llegado nuestra hora de caza. Desde todos los rincones del bosque se oyen las contestaciones de nuestros hermanos. Y nos reunimos en el mismo lugar de siempre para inicar la cacería.

Pero esta noche el bosque está rodeado de una inhóspita tranquilidad. Las ratas parecen escondidas y los buhos han cerrado sus ojos. Sin embargo, nosotros, los dueños del bosque, no nos acobardamos ante nada e iniciamos nuestra búsqueda de algo sospechoso. Rápidamente descubrimos al intruso. Una manada de animales de dos patas ha entrado en nuestro territorio de caza y no permitiremos que nos arrebaten nuestras presas. Aprovechándonos del entorno, los rodeamos sin que se logren dar cuenta. Y aullamos. Le pedimos fuerza a nuestra madre Luna para expulsar a los forasteros. Están asustados. Podemos oler su miedo, ese apestoso miedo, miedo a los hijos de la Luna. Sin esperar mucho más, doy la orden de ataque al resto del clan. ¿El objetivo? Asustar a los foráneos hiriendo a uno de ellos.
El plan resulta ser un éxito, pues los animales a dos patas huyen despavoridos. Me regocijo unos segundos en nuestro aplastante éxito. Estoy seguro de ser el mejor líder que ha pisado nunca este bosque. Y así volvemos a nuestra noche de caza hasta que llega el alba.

De nuevo la Luna vuelve a iluminarel oscuro cielo de la noche y nosotros, sus hijos, como inicio de una nueva noche de caza. Hoy el bosque vuelve a estar en silencio. Y apesta a animal de dos patas. Diría que no han aprendido la lección. Así que volvemos a dirigirnos hacia su localización en nuestro territorio. Al llegar, me percato de que hay algo distinto en ellos: no apestan a miedo. Además, su mirada me da a pensar que se están pavoneando de nosotros. A pesar de eso, no durarán mucho en nuestra tierra con esa arrogancia. Y esta vez no seremos tan indulgentes con ellos. Ahora sentirán el dolor que pueden ocasionar los colmillos de los hijos de la Luna. También me doy cuenta de que mis hermanos ya están sedientos de sangre, así que sin más espera, doy la orden de ataque. Ellos se lanzan con extrema voracidad sobre el nuevo grupo, mas éstos no se amedrentaron y señalaron a mis hermanos con sus brazos de hierro. Y entonces, la tranquilidad del bosque se ve alterada con un poderoso estruendo procedente de dicho brazo, seguido de un olor a sangre fresca que llega a los hocicos de los que aún no hemos sido alcanzados por esa fuerza invisible. Y podemos ver como varios de los nuestros yacen en el suelo, ya sin vida. Los restantes huyen rápidamente bajo una orden mía, pues el que no huya morirá en este preciso instante. A pesar de nuestra repentina huída, no se dan por vencidos y siguen persiguiéndonos por todo el bosque. Al final sólo quedo yo vivo. Ahora sé que moriré a manos de estos malditos animales. Pero no caeré solo. Me llevaré a cuantos pueda conmigo. Asi que me sitúo detrás de ellos sin que se den cuenta y me abalanzo sobre el cuello del que parece el líder. Mis colmillos se hunden en carne cual trozo de mantequilla y noto como su vida se evapora. Ahora sólo queda morir como lo que soy: un hijo de la Luna. Antes de empezar mi nueva vida, todo el bosque oye mi aullido de despedida.

Kratos

miércoles, 10 de junio de 2009

Two beer or not two beer...

Sí, two beer or not to beer. Esa es la pregunta que nos hacemos todos los cerveceros cuando salimos de fin de semana. Y es que es una pregunta que te hace reflexionar. Es una pregunta trascedental e importante que se han hecho todos nuestros antepasados, y que se seguirá haciendo la gente hasta que alguien con media neurona se ponga a pensar. Pues bien, yo pondré fin a este dilema. Empezaremos analizando la frase: "Dos birras o no dos birras". Dos significa dos, una pareja, un dúo, medio cuarteto... y, sinceramente, creo que es el número perfecto. Y ahora os preguntaréis: ¿por qué? Teniendo números tan bonitos como el 69, ¿para qué queremos el dos? Pues no lo queremos absolutamente para nada, pero es un número que viene en nuestra naturaleza. ¿Que por qué digo eso? Fijaos que las mujeres siempre van en parejas al cuarto de baño. ¿Por qué? Y a quién coño le importa, la cuestión es que van en parejas. Y luego fijaos en qué número nos vienen dados los cojones: nos vienen a pares. Y pasa lo mismo cuando nos fijamos en las tetas, en las manos para cojer las tetas, y en los labios (los mayores y los menores). Y nos volvemos a preguntar: ¿por qué? Pues porque el dos es un número que viene en la naturaleza humana. También es verdad que el tres tiene su atractivo, pues quien no quisiera montarse un trío con dos jamonas, o tirarse a tres a la vez. Pero seamos realistas: el macho ibérico jamás aspirará más que a una sola mujer por cabeza: una para la de arriba y otra para la de abajo. Bueno, sigamos analizando la frase: "Two beer". Ahora me adentraré un poco más en el terreno de la cerveza. Si nos tomamos sólo una, pues nos quedamos con sed y con ganas de birra, cojones. Nosotros vamos al bar para bebernos, por lo menos dos litronas. Un quinto es para mariquitas. A parte, si no te pones en tu punto, ¿para qué coño bebes cerveza? Si no pretendes ponerte en tu punto, tómate una "San Miguel 0.0 Manzana" ideal para pijitos con cirrosis. Así que sólo nos queda dos o más. ¿Qué pasa si nos tomamos más de dos? Sencillo, el aliento nos apesta a mierda. Se nos mezcla el chorizo de la comida y el alioli de la cena con el olor a birra. Si no llegamos a tanto, todavía es pasable, pero una sola birra de más marca la diferencia. Y luego no podrás follar ni pagando. Además, a nadie le gusta estar más subido de la cuenta, porque luego terminas contando que te tiras a la vecina al mismo tiempo que te ves con tu secretaria sin que lo sepa tu mujer. Y otra cosa que molesta mucho, sobretodo a los machos, es el legendario gatillazo. El macho de verdad no es el que se bebe cincuentamil cervezas, es aquél que rinde en la cama. Y si llevas más de dos birras, terminarás en gatillazo. Bueno, como ya he analizado el porqué de las "two beer", toca analizar el porqué de "beer or not beer". Y es que mira que se complican los ingleses. Con la cantidad de letras que hay en este mundo, y tienen que usar las mínimas para cada palabra. Imaginaos que, por un despiste, eb vez de teners "two beers", tienes "two bears". Eso sería una tocada de cojones monumental. ¿Quién carajo quiere dos osos en tu casa? Además, al ser dos y no sólo uno, seguro que agotan todas tus reservas de cervezas mientras se follan a tu mujer. Y claro, si uno no puede competir con la tranca de un oso, ¿quién crees que podrá competir con la tranca de DOS osos? Pues nadie. Así que aquí está mi conclusión: "Two" mejor que cualquier otro número, "two beers" mejor que cualquier otra cantidad, "beers" mejor que osos en tu casa.

Kratos