Ya que la señorita Zero está tan vaga que no puede actualizar, colgaré una historia que escribí hace un tiempecillo.
Pero esta noche el bosque está rodeado de una inhóspita tranquilidad. Las ratas parecen escondidas y los buhos han cerrado sus ojos. Sin embargo, nosotros, los dueños del bosque, no nos acobardamos ante nada e iniciamos nuestra búsqueda de algo sospechoso. Rápidamente descubrimos al intruso. Una manada de animales de dos patas ha entrado en nuestro territorio de caza y no permitiremos que nos arrebaten nuestras presas. Aprovechándonos del entorno, los rodeamos sin que se logren dar cuenta. Y aullamos. Le pedimos fuerza a nuestra madre Luna para expulsar a los forasteros. Están asustados. Podemos oler su miedo, ese apestoso miedo, miedo a los hijos de la Luna. Sin esperar mucho más, doy la orden de ataque al resto del clan. ¿El objetivo? Asustar a los foráneos hiriendo a uno de ellos.
El plan resulta ser un éxito, pues los animales a dos patas huyen despavoridos. Me regocijo unos segundos en nuestro aplastante éxito. Estoy seguro de ser el mejor líder que ha pisado nunca este bosque. Y así volvemos a nuestra noche de caza hasta que llega el alba.
De nuevo la Luna vuelve a iluminarel oscuro cielo de la noche y nosotros, sus hijos, como inicio de una nueva noche de caza. Hoy el bosque vuelve a estar en silencio. Y apesta a animal de dos patas. Diría que no han aprendido la lección. Así que volvemos a dirigirnos hacia su localización en nuestro territorio. Al llegar, me percato de que hay algo distinto en ellos: no apestan a miedo. Además, su mirada me da a pensar que se están pavoneando de nosotros. A pesar de eso, no durarán mucho en nuestra tierra con esa arrogancia. Y esta vez no seremos tan indulgentes con ellos. Ahora sentirán el dolor que pueden ocasionar los colmillos de los hijos de la Luna. También me doy cuenta de que mis hermanos ya están sedientos de sangre, así que sin más espera, doy la orden de ataque. Ellos se lanzan con extrema voracidad sobre el nuevo grupo, mas éstos no se amedrentaron y señalaron a mis hermanos con sus brazos de hierro. Y entonces, la tranquilidad del bosque se ve alterada con un poderoso estruendo procedente de dicho brazo, seguido de un olor a sangre fresca que llega a los hocicos de los que aún no hemos sido alcanzados por esa fuerza invisible. Y podemos ver como varios de los nuestros yacen en el suelo, ya sin vida. Los restantes huyen rápidamente bajo una orden mía, pues el que no huya morirá en este preciso instante. A pesar de nuestra repentina huída, no se dan por vencidos y siguen persiguiéndonos por todo el bosque. Al final sólo quedo yo vivo. Ahora sé que moriré a manos de estos malditos animales. Pero no caeré solo. Me llevaré a cuantos pueda conmigo. Asi que me sitúo detrás de ellos sin que se den cuenta y me abalanzo sobre el cuello del que parece el líder. Mis colmillos se hunden en carne cual trozo de mantequilla y noto como su vida se evapora. Ahora sólo queda morir como lo que soy: un hijo de la Luna. Antes de empezar mi nueva vida, todo el bosque oye mi aullido de despedida.
La luna se alza ante nostros, como cada noche. Y en los precipicios le dedicamos nuestros cantos. A llegado nuestra hora de caza. Desde todos los rincones del bosque se oyen las contestaciones de nuestros hermanos. Y nos reunimos en el mismo lugar de siempre para inicar la cacería.
Pero esta noche el bosque está rodeado de una inhóspita tranquilidad. Las ratas parecen escondidas y los buhos han cerrado sus ojos. Sin embargo, nosotros, los dueños del bosque, no nos acobardamos ante nada e iniciamos nuestra búsqueda de algo sospechoso. Rápidamente descubrimos al intruso. Una manada de animales de dos patas ha entrado en nuestro territorio de caza y no permitiremos que nos arrebaten nuestras presas. Aprovechándonos del entorno, los rodeamos sin que se logren dar cuenta. Y aullamos. Le pedimos fuerza a nuestra madre Luna para expulsar a los forasteros. Están asustados. Podemos oler su miedo, ese apestoso miedo, miedo a los hijos de la Luna. Sin esperar mucho más, doy la orden de ataque al resto del clan. ¿El objetivo? Asustar a los foráneos hiriendo a uno de ellos.
El plan resulta ser un éxito, pues los animales a dos patas huyen despavoridos. Me regocijo unos segundos en nuestro aplastante éxito. Estoy seguro de ser el mejor líder que ha pisado nunca este bosque. Y así volvemos a nuestra noche de caza hasta que llega el alba.
De nuevo la Luna vuelve a iluminarel oscuro cielo de la noche y nosotros, sus hijos, como inicio de una nueva noche de caza. Hoy el bosque vuelve a estar en silencio. Y apesta a animal de dos patas. Diría que no han aprendido la lección. Así que volvemos a dirigirnos hacia su localización en nuestro territorio. Al llegar, me percato de que hay algo distinto en ellos: no apestan a miedo. Además, su mirada me da a pensar que se están pavoneando de nosotros. A pesar de eso, no durarán mucho en nuestra tierra con esa arrogancia. Y esta vez no seremos tan indulgentes con ellos. Ahora sentirán el dolor que pueden ocasionar los colmillos de los hijos de la Luna. También me doy cuenta de que mis hermanos ya están sedientos de sangre, así que sin más espera, doy la orden de ataque. Ellos se lanzan con extrema voracidad sobre el nuevo grupo, mas éstos no se amedrentaron y señalaron a mis hermanos con sus brazos de hierro. Y entonces, la tranquilidad del bosque se ve alterada con un poderoso estruendo procedente de dicho brazo, seguido de un olor a sangre fresca que llega a los hocicos de los que aún no hemos sido alcanzados por esa fuerza invisible. Y podemos ver como varios de los nuestros yacen en el suelo, ya sin vida. Los restantes huyen rápidamente bajo una orden mía, pues el que no huya morirá en este preciso instante. A pesar de nuestra repentina huída, no se dan por vencidos y siguen persiguiéndonos por todo el bosque. Al final sólo quedo yo vivo. Ahora sé que moriré a manos de estos malditos animales. Pero no caeré solo. Me llevaré a cuantos pueda conmigo. Asi que me sitúo detrás de ellos sin que se den cuenta y me abalanzo sobre el cuello del que parece el líder. Mis colmillos se hunden en carne cual trozo de mantequilla y noto como su vida se evapora. Ahora sólo queda morir como lo que soy: un hijo de la Luna. Antes de empezar mi nueva vida, todo el bosque oye mi aullido de despedida.
Kratos
lolete
ResponderEliminarPero tu no has oído hablar de la selección natural? XDD Está claro que si no pudiésemos tener las ideas suficientes para coger un trozo de Terminator, caeríamos como corderitos... o peor XD
ResponderEliminarEn fin tío, pasa por el corrector hortojráfico, porque "A llegado nuestra hora de caza"... verbo "haber", señores... yo he, tú has, él ha, nosotros "habemos" XDDD
Ale, ya dejo de comentar, que veo que la caldiad de mi comentario tiende a 0 -.-
A cuidarse!
Bueno, supongo que está bien... Aún que a mi me van mas los vampiros, xD.
ResponderEliminarNa, en serio, mola. Aver si haces otro incorporación en el blog (Para entonces no me avises ¬¬... xD).
Saludos :D